¡Cómo salir del pozo! - Reseña crítica - Andrés Oppenheimer
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¡Cómo salir del pozo! - reseña crítica

¡Cómo salir del pozo! Reseña crítica Comienza tu prueba gratuita
Carrera y negocios

Este microlibro es un resumen / crítica original basada en el libro: 

Disponible para: Lectura online, lectura en nuestras apps para iPhone/Android y envío por PDF/EPUB/MOBI a Amazon Kindle.

ISBN: 9781644739495

Editorial: Debate

Reseña crítica

Una ola de descontento recorre el mundo, y cada vez menos personas se sienten verdaderamente felices. Las encuestas revelan un aumento constante de la insatisfacción, el estrés y la depresión a nivel global. ¿Qué está sucediendo? ¿Por qué los niveles de infelicidad alcanzan récords preocupantes? ¿Cuáles son las últimas innovaciones de países, empresas, escuelas y la ciencia para revertir esta tendencia y aumentar la felicidad? 

Andrés Oppenheimer explora este fenómeno global y ofrece nuevas perspectivas para salir del pozo de la insatisfacción. A través de una exhaustiva investigación en diversos países, concluye que el crecimiento económico es necesario, pero no suficiente para aumentar la felicidad. Hay otros factores que están alimentando la desesperanza. 

Sin embargo, lo más interesante es que están surgiendo soluciones concretas y accesibles para aumentar la satisfacción de vida. ¿Te animas a descubrirlas?

La revolución de la Psicología Positiva

La psicología positiva se disparó en 1998 cuando, en su discurso inaugural como presidente de la Asociación Estadounidense de Psicología, Martin Seligman puso a la psicología tradicional patas arriba, argumentando que los psicólogos suelen ocuparse de sólo la mitad de lo que ocurre en nuestras mentes: las cosas malas, y no en aquellas que nos hacen felices.

A diferencia de los psicólogos tradicionales, que inician sus terapias preguntándoles a sus pacientes qué problema tienen o con qué parte de su vida están insatisfechos, Seligman inicia las terapias exactamente al revés, preguntándoles qué parte de su vida funciona bien y qué cosas les producen satisfacción.

Luego, construye sobre las partes positivas, sin dejar de abordar los problemas en algún momento de la terapia. La idea central de las terapias positivas es que, si uno empieza a apreciar lo bueno, entonces lo bueno se empieza a apreciar en general. En otras palabras, si uno construye sobre las cosas buenas, éstas se potencian aún más. 

Los fracasos son una parte natural del aprendizaje y de la vida. El mensaje es que o aprendes a fracasar, o fracasas en aprender.

La búsqueda de la felicidad ha sido objetivo de los países y aún más, desde hace muchísimos años, de las religiones. Pero fue hace relativamente poco que empezó a ser tomada en serio por los economistas. 

Lo cierto es que los altos niveles de ingreso no garantizan la felicidad de los países, pero son un factor muy importante. No es casual que los países con altos niveles de ingresos, y donde la gente tiene los servicios de salud y educación asegurados, encabecen la tabla de los más felices del mundo.

No hay una relación automática según la cual cuanto más rico es un país, más feliz es su gente. Si así fuera, Emiratos Árabes Unidos o Kuwait tendrían que estar entre los países más felices del mundo, pero no lo están.

La explicación es que hay otros factores, además de la riqueza, que inciden en la felicidad, como las relaciones humanas, los niveles de confianza mutua, el contacto con la naturaleza, la vida social, las actividades comunitarias y el sentido del propósito. Y todos ellos se pueden mejorar con políticas públicas y educación encaminadas a mejorar la calidad de vida. 

La felicidad no es producto del azar, ni de los genes, ni de las circunstancias, sino el resultado de una conjunción de cuatro factores: la familia, los amigos, un trabajo con sentido y un credo o filosofía de vida.

Para aumentar la felicidad, hay que disminuir los niveles de envidia. Por más natural que sea el sentimiento de la envidia, es una conducta social que puede ser atenuada mediante la educación, campañas mediáticas y políticas públicas.

La importancia de los lazos afectivos y el trabajo voluntario

Quienes tienen lazos afectivos más sólidos, especialmente con una pareja, son quienes son más felices y viven más años. No es necesario que esas buenas relaciones sean pacíficas todo el tiempo. Algunas de nuestras parejas octogenarias se peleaban todos los días. Pero mientras creyeran que podían contar con su pareja en momentos difíciles, esas peleas no figuraban prominentemente en su memoria.

El trabajo voluntario estimula las áreas del cerebro que producen satisfacción, reducen la presión arterial, alargan la expectativa de vida y aumentan la felicidad, de acuerdo con muchos neurocientíficos.

Un estudio de 70,000 personas que se llevó a cabo a lo largo de casi dos décadas en Gran Bretaña, y publicado en el Journal of Happiness, concluyó que la gente que ha hecho trabajo voluntario durante el último año se siente más satisfecha con su vida y reporta estar en mejor estado de salud que aquellos que no lo han hecho. 

El estudio descubrió, asimismo, que la gente que hace trabajo voluntario por lo menos una vez al mes se siente mucho mejor que quienes lo hacen con menos frecuencia.

Hay tres motivos principales por los que el trabajo voluntario aumenta la felicidad, dice el investigador británico Ricky Lawton, el autor principal del estudio del Journal of Happiness. En primer lugar, cuando uno hace trabajo voluntario o realiza un acto altruista, tiende a experimentar una satisfacción inmediata, independientemente de si esa labor tiene algún impacto o no.

En segundo lugar, el voluntariado aumenta la conexión social. Éste es el caso de los jubilados que conocí en Copenhague, quienes, como contaré en el siguiente capítulo, trabajan como voluntarios en un bar, lo que les permite seguir sintiéndose conectados con otros después de haberse jubilado.

Y en tercer lugar, el trabajo voluntario les permite a los jóvenes adquirir nuevas habilidades que probablemente usarán en sus futuras carreras o para mejorar sus currículums.

Lo cierto es que para que la felicidad esté cada vez más cerca, hacen falta instituciones que generen confianza y castiguen la corrupción; gozar de tranquilidad y vivir sin miedo a la delincuencia; cultivar buenas relaciones con familiares, amigos y grupos comunitarios que nos estimulen y hagan sentir menos solos, y una cultura del trabajo voluntario que nos dé un mayor sentido de propósito en la vida.

Secretos para una vida plena

La confianza social es la mina de oro que podría explicar nuestros inusualmente altos niveles de riqueza y felicidad, por ejemplo en Dinamarca la gente confía en los desconocidos más que en ningún otro país. Noruega, Finlandia y Suecia también figuran en los primeros lugares de confianza social.

La confianza se logra cuando se elimina la corrupción, porque cuando hay corrupción se rompe el contrato social entre el pueblo y sus gobernantes. Y la mejor manera de combatir la corrupción es creando agencias supervisoras independientes del gobierno que vigilen el comportamiento de los funcionarios públicos. Sin confianza social que incluya a los gobernantes y a los expertos, no hay país que pueda funcionar.

En los países nórdicos hay una enorme cantidad de grupos culturales, sociales y deportivos donde la gente se reúne ya sea para hacer cosas que le gustan o, a veces sin saberlo, para combatir la soledad. Y eso hace que las personas se sientan menos solas y más felices que en otros países altamente desarrollados, como Estados Unidos o Japón.

Sin embargo, el voluntarismo en los países escandinavos probablemente tenga mucho que ver también con el alto desarrollo económico, que da como resultado que los ciudadanos tengan más educación y más conciencia social.

El hecho de que los nórdicos pagan altos impuestos progresivos, y de que los ingresos de quienes ganan más no sean exorbitantemente más altos que los de quienes ganan menos, hace que el estatus económico sea menos importante y la gente tenga menos estrés por no ganar tanto como el de al lado. 

Hay menos ansiedad si el vecino tiene un automóvil más nuevo o de lujo. Por el contrario, en los países escandinavos está mal visto ostentar el dinero o la posición social. Eso le quita una enorme carga emocional negativa a la gente.

¿Por qué se estresarían en su trabajo cuando saben que, si los despiden, van a recibir hasta 90% de su salario por dos años pagado por el gobierno, y, aún más, no van a tener mucha dificultad en encontrar otro? 

¿Por qué sufrirían ansiedad cuando saben que, si se enferman, van a contar con un buen cuidado médico, porque los hospitales son gratuitos y relativamente buenos en el país? 

En suma, ¿cómo no van a estar satisfechos con su vida los escandinavos si prácticamente no tienen problemas económicos ni aspiran a ser millonarios?

La felicidad en las empresas

Escuchar a los empleados es la mejor manera de aumentar el compromiso de los trabajadores con la empresa, y de hacer que la empresa funcione mejor y gane más dinero.

Las recetas más usuales para aumentar la felicidad en las empresas, además de mejorar los salarios y prestaciones sociales, incluyen permitir horarios flexibles, ofrecer oportunidades de estudio o entrenamiento profesional, y promover una cultura de optimismo mediante premios y reconocimientos de todo tipo a los trabajadores. 

Ya hay evidencias sólidas de que, a pesar de los intentos de Elon Musk y otros empresarios despiadados de regresar a los hábitos laborales del pasado, la pandemia ha cambiado el mundo del trabajo de manera permanente.

Según datos del Departamento del Trabajo de Estados Unidos, el número de gente que trabaja part-time en el país de manera voluntaria, o sea, no porque sus empleadores les hayan reducido sus horas de trabajo o porque no hayan encontrado un trabajo de tiempo completo, llegó a una cifra récord de 21.1 millones en 2023. Mientras que a principios de la pandemia sólo 50% de quienes trabajaban part-time lo hacían de manera voluntaria, ahora el porcentaje es de 85%. “El trabajo part-time se está disparando”, reportó el diario The Wall Street Journal. 

Las compañías que más motivan a la gente son aquellas que más estimulan la iniciativa personal.

Los motivadores profesionales recomiendan encontrarle un propósito a lo que uno hace, no importa cuán trivial sea el trabajo. Una recepcionista de un hospital puede encontrar su trabajo aburridísimo; otro empleado que haga las mismas tareas, pero que piense que está ayudando a los pacientes, puede hacerlo con mucho más entusiasmo. 

Tal Ben-Shahar, el gurú de la psicología positiva que dictó el curso más popular sobre la felicidad en Harvard, suele decir que hay tres formas de percibir un trabajo. La primera es verlo como una forma de ganarse la vida. 

Uno lo hace y espera ansiosamente el momento de irse a su casa o, más aún, el fin de semana. La segunda es verlo como parte de una carrera. Uno lo hace para poder acceder a un trabajo mejor más adelante, ya sea dentro o fuera de su empresa. Y la tercera es verlo como una vocación, algo que uno hace con un sentido de propósito, para ayudar a otros y sentirse bien.

Hay una receta obvia y tan vieja como la humanidad para convertir el trabajo en algo placentero, pero que poquísimas empresas usan: el humor.

La risa reduce la ansiedad, mejora la salud y produce más felicidad. Además, por ser contagiosa, puede convertir un ambiente de trabajo lúgubre en uno más festivo, creativo y productivo.

Entre otras cosas, las empresas pueden invitar a sus empleados a “practicar” la risa uniéndose a grupos de “yoga de la risa”, en que los participantes practican reírse en grupo, o simplemente haciendo, espontáneamente, el ejercicio de reírse más a menudo de las situaciones diarias de la vida.

Diez recetas para salir del pozo

  1. Hacer crecer la economía: A nivel nacional, el crecimiento económico es un factor indispensable, aunque no sea el único, del aumento de la felicidad. Hay que promover la inversión ofreciendo seguridad jurídica, mejorar la educación para poder exportar bienes de mayor valor agregado, insertarse en el mercado global, crear una cultura de veneración a los innovadores, ahorrar en los años buenos para poder mantener subsidios sociales en los años malos y hacer una distribución lo más equitativa posible de los ingresos. Los países que han hecho estas cosas, cualquiera que sea su color político, han logrado expandir sus economías y reducir la pobreza. Los que han tratado de buscar atajos con soluciones populistas, en cambio, a lo sumo han alcanzado momentos efímeros de prosperidad artificial, para luego caer en grandes crisis.
  2. Vivir en democracia: parece haber una relación entre el retroceso de la democracia en el mundo y el aumento de la desesperanza reflejado en las encuestas a nivel mundial. Lamentablemente, la ola de homicidios y delincuencia callejera que está sacudiendo a Latinoamérica contribuye al pesimismo sobre la democracia. Pero el populismo autoritario y las dictaduras sin controles, tarde o temprano, generan contra reacciones a sus excesos, que muchas veces conducen a la violencia guerrillera o guerras civiles.
  3. Combatir la corrupción: En Nigeria, uno de los países más corruptos del mundo, están empezando a usar una fórmula novedosa para combatir la corrupción, impulsar el crecimiento económico y aumentar la felicidad. Hacen algo que deberíamos emular en todos nuestros países: les enseñan a los niños en la escuela a combatir las prácticas deshonestas. Y lo hacen mediante historias instructivas.
  4. Dar clases de felicidad en las escuelas: Gran parte de las herramientas que tenemos para defendernos en la vida, y para ser más felices, son las que aprendemos en la escuela. Y las clases de felicidad, de educación positiva o de habilidades socioemocionales, o como queramos llamarlas, son probablemente la mejor forma de enseñarles a las nuevas generaciones a tolerar los fracasos, elevar la autoestima, ser más optimistas, darle rienda suelta a la creatividad, encontrar un propósito en la vida y construir relaciones más valiosas. El trabajo en equipo y el pensamiento positivo son otras habilidades que se pueden enseñar en las escuelas mediante relatos ejemplares de gente famosa.
  5. Medir la felicidad: La medición de la felicidad es fundamental para tener un diagnóstico que nos permita mejorar la satisfacción de vida. Hasta ahora, los gobiernos y las organizaciones internacionales se han dedicado a medir principalmente el crecimiento económico, algo que obviamente deben seguir haciendo, y que debe seguir siendo prioritario. Sin embargo, con el aumento de la desesperanza, las enfermedades mentales y la depresión juvenil en el mundo, es urgente medir también la infelicidad, y actuar en consecuencia. Las encuestas de felicidad les pueden ayudar a prever estallidos sociales como los que vimos en Chile, Perú, Ecuador y Túnez en años recientes. El malestar social no fue detectado a tiempo en estos países precisamente porque estaban creciendo económicamente, y sus gobiernos fijaban toda su atención en las estadísticas macroeconómicas, sin tener ningún panorama de la satisfacción de vida.
  6. Tener un propósito: Hay países como los del norte de Europa, Bután o Israel que, por diferentes motivos, tienen un propósito más definido que otros. En Finlandia, Dinamarca y Suecia, hay un consenso social de ser países altruistas. En Bután, hay un mandato constitucional de incrementar la felicidad nacional bruta. En Israel, por lo menos hasta sus recientes tensiones internas, siempre ha habido un sentido de cohesión social, en parte producido por las amenazas externas. Israel fue la gran sorpresa del ranking del Reporte mundial de la felicidad de 2023, al ser clasificado como el cuarto país más feliz del mundo. El sentido de propósito es importante no sólo para los países, sino para las empresas y para las personas.
  7. Aumentar las actividades comunitarias: El propio gobierno de Dinamarca señala en su página oficial de internet, en un artículo titulado “¿Por qué son felices los daneses?”, que el “espíritu comunitario” es uno de los principales motivos por los que el país sale en los primeros puestos de los rankings de las naciones más felices del mundo.
  8. Más espacios verdes: los paseos en la naturaleza estimulan nuestra mente y nos hacen más felices. Un estudio publicado por la revista Neuroscience News en 2023 concluyó que la gente que hace excursiones a 15 millas o más de distancia de su casa es más feliz y goza de mejor salud.
  9. Estar menos obsesionado con el status: Quizás porque todo el mundo tiene sus necesidades económicas básicas resueltas, los escandinavos valoran más la riqueza de experiencias que la riqueza de cosas. Saben que las experiencias, desde el sauna hasta los viajes, producen una satisfacción más duradera que la adquisición de bienes.
  10. Mirar para adelante: hay que aprender a ver el vaso medio lleno. Tanto a nivel personal como a escala nacional, enfrentar los desafíos con una actitud optimista nos da más energía y nos hace más creativos y productivos. El pesimismo nos desanima, nos paraliza y nos hunde cada vez más en nuestros infortunios. Podemos entrenar nuestra mente, y nuestro pensamiento colectivo, para pensar positivamente, diferenciar los problemas permanentes de los temporales, y enfrentar la vida con mayor optimismo.

Notas finales

Está en nosotros superar la ola de desesperanza que recorre el mundo, empezar a pensar positivamente y poner en práctica estas recetas que acabo de enumerar. A pesar del deprimente cuadro político en muchos de nuestros países, hay grandes oportunidades, como la ventana que se está abriendo para un potencial de inversiones hacia América Latina con la decisión de las grandes empresas multinacionales estadounidenses y europeas de mudar sus fábricas de China a otras partes del mundo. Hay que convertir los desafíos en oportunidades.

Debemos acoplar el crecimiento económico con la búsqueda de la felicidad, aprendiendo de los aciertos y los errores de los países que están a la vanguardia en este nuevo movimiento. ¡Sólo con más crecimiento económico y medidas concretas que aumenten la felicidad podremos salir del pozo!

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